
Se denomina «techo de cristal” a los obstáculos invisibles que impiden que las mujeres alcancen puestos de alto nivel en las organizaciones.
Fue acuñado por la consultora empresarial Marilyn Loden en 1978 para ilustrar las dificultades que tienen muchas profesionales para acceder a cargos directivos porque las empresas perciben a las mujeres como menos apropiadas para ocupar esos puestos.
No se trata, pues, de una barrera normativa o física, no hay leyes o normas que indiquen que las mujeres no puedan ser directoras, presidentas u ostentar cargos de primer nivel. Pero las cifras hablan.
Según el informe Haciendo visible lo invisible (2021) de Oliver Wyman, solo uno de cada cuatro puestos directivos de empresas es ocupado por una mujer. Además, las mujeres líderes necesitan entre tres y cinco años más que los hombres para llegar a ser directoras. Si miramos la esfera pública, solo en 22 países de todo el mundo hay Jefas de Estado o de Gobierno (ONU Mujeres).
Y entonces, ¿por qué ocurre esto?
Los estereotipos de género y las ideas preconcebidas sobre la capacidad de liderazgo femenina impregnan los procesos de selección y promoción de las empresas donde también se observa que los hombres tienden a contratar para puestos de relevancia a hombres, mientras que las mujeres contratan de manera más equilibrada a hombres y mujeres. Por supuesto, la mayor participación de las mujeres en el trabajo de cuidados también es decisivo para apuntalar el techo de cristal.
Romper el techo de cristal en el mundo empresarial gracias a medidas concretas dentro del Plan de Igualdad es una buena práctica para conseguir eliminar la discriminación por razón de sexo.
¿Te ayudamos?
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