Alfonso X el Sabio acuñó “Escribo como fablo” y cierto es que fue uno de los máximos propulsores del castellano alfonsí, allá por el siglo XIII.
Desde entonces hasta nuestros días muchas cosas han cambiado en el idioma, pero algunas perduran: A través del lenguaje se crean imaginarios y realidad, puesto que es la herramienta principal de comunicación entre las personas ya que plasma el pensamiento.
En castellano, el masculino como género gramatical tiene un uso doble como genérico, haciendo referencia a ambos sexos y, como específico, referido sólo al sexo masculino. Sin embargo, esta explicación es clara sólo en el plano teórico, porque en la práctica, la generalización del uso del masculino provoca problemas de interpretación que obligan a tener que analizar siempre el contexto para discernir, por ejemplo si “hombre” se utiliza en referencia a los varones o a la humanidad en su conjunto, o incluso sólo a las mujeres.
Podría parecer que la toma en consideración del lenguaje y el sistema de comunicación son un tema secundario o con poca repercusión. Sin embargo, lejos de esta consideración, la propia Ley Orgánica de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres le otorga una importancia fundamental y se remite, en varias ocasiones a lo largo de su articulado, a la necesidad de utilizar un lenguaje inclusivo y no sexista.
El lenguaje inclusivo constituye un código de comunicación que tiene en cuenta la realidad tal cual es, sexuada. Posibilita que mujeres y hombres nombren el mundo desde su género y sean nombradas y nombrados teniendo en cuenta el sexo al cual pertenecen, sin subordinación ni invisibilización de ninguno de los sexos. O, en lo que afecta a las imágenes, que reflejen una presencia equilibrada de mujeres y hombres alejada de estereotipos de género.
En muchas ocasiones, la utilización (o el abuso) del masculino genérico tiene más que ver con la tradición y la inercia que con una clara voluntad de ocultar e infravalorar a las mujeres. Por ello, el cambio necesita de la decisión consciente de querer comunicar de otra forma y para ello es necesario conocer instrumentos y alternativas que sustituyan esa inercia sin provocar una sensación de artificialidad o duplicidades que hagan perder el sentido de lo que finalmente se quiere comunicar.
Si quieres más información o tienes dudas sobre cómo implantar el uso de un lenguaje inclusivo en tu empresa, no dudes en ponerte en contacto con noostras.